Juan un día se fue por el camino largo buscado pájaros, fue allá en las sierras buscando también flores para su madre, se perdió a orillas del río Sauce, donde florecen los cardos. Su mamá Pancha, orillaba cada surco entre pajonales gritando su nombre al viento salvaje, las sierras repicaban su voz de madre doliente, pero el niño estaba más ausente que las flores, más distante que el viento que los pájaros. Su madre se fue metiendo entre las piedras, las lagartijas acompañaban su senda, mientras su canción lastimera llamaba al niño- Juan. Oye, mi pedacito de sol mamá te extraña, mamá te ama, responde con tu voz, si no puedes hablar que sea con tu llanto, pero el tiempo pasaba y el viento amainaba, mientras la noche cosía mantos oscuros donde se anidaba la luna chiquita y desprovista de luces, ya no podía llegar a la profundidad del monte, ni del agua que crecía desbordando su río. Se durmió vencida sobre una piedra color plata, mientras la luna pedía a sus vecinas- un poco más de l