Nuestra perra luna… a quien amamos mucho está por una temporada en la casa, es la perrita de mi hija. Ya me acostumbre tanto que si se fuera la extrañaría muchísimo. Con ella salimos de paseo por los parques cercanos a la casa, todas las mañanas hacemos el recorrido bajo el manto majestosos de las variedades de arboles que viven amorosamente en el medio de la ciudad. El domingo como siempre salimos a dar esa vuelta que tanto nos gusta a las dos. Luna corría y saltaba, en cada cantero encontraba algo mágico para ser feliz, yo me contentaba con verla así. De pronto algo extraño sucedió- ella me pareció que sonreía sus manitas buscaban y buscaban entre las hojas. Un brillo en sus ojitos me detuvo frente a aquello desconocido y tan atractivo. De pronto luna me hablo, no podía entender todo tan extraño y a la vez tan hermoso, me contaba una historia de sus primeros días de ensueños, cuando estaba lejos de vivir en la casa con la familia. Me decía que al nacer tubo catorce hermanitos,