FLORENCE NIGHTINGALE
FLORENCE NIGHTINGALE-(1820-1910)
Florence Nightingale.
Gran benefactora de la humanidad, llamada cariñosamente “la dama de la lámpara,” salvó a miles de soldados heridos, y llevó la esperanza, y el consuelo, a la desolada tristeza de los hospitales.
El apellido de la fundadora del cuerpo de enfermeras inglesas, Nightingale (ruiseñor), está lleno de poesía, porque es el nombre de la avecilla cuya voz embelesa las dulces noches estivales. Su nombre… Florence, como la célebre Ciudad Italiana en donde nació.
Florence tuvo la suerte de tener un padre partidario de la emancipación femenina, que colaboró con el deseo de ella de socorrer al prójimo, ella siempre fue una niña mimada y consentida, jovial y feliz… pensaba siempre en socorrer a los desamparados y enfermos. Solía jugar con sus muñecas y hacia como que las curaba, tenía así la certeza de que le devolvería la salud, sin embargo pasó mucho tiempo hasta que pudiera realizar su sueño.
Realizó extensos viajes con sus padres, y hermana, y mientras ellos concurrían a fiestas mundanas… ella visitaba a escondidas los establecimientos sanitarios, como, por ejemplo el Gran Hospital de San Vicente de Paúl, de Paris.
En Inglaterra no había orden religiosa, y las enfermeras ignoraban los elementales cuidados, muchas de ellas, eran mujeres alcohólicas y viciosas.
Florencia tenía en ese entonces tan solo veinticinco años, alta y muy bella. Era para la gente de su clase la perfección misma. Fue pues entonces un golpe terrible para los salones de Londres, cuando anunció que dejaba todo, para irse a cuidar gente extraña.
Confundida entre una treintena de jóvenes alemanas, conoció el valor de la disciplina y llegó a compenetrarse con su sagrada misión.
Cuando volvió a Inglaterra, estaba completamente cambiada, dueña de sí misma, dispuesta firmemente a ser útil a los demás.
En 1845 estalla la guerra de Crimea, comenzaron a llegar soldados heridos y necesitados de cuidados extremos. El ministro de guerra, no titubeó en confiarle la enorme responsabilidad, de organizar una expedición sanitaria con destino a Escútari (Albania) donde funcionaba un hospital de sangre.
La opinión pública, vio con desconfianza que una mujer dirigiera un servicio asistencial. Cuando llegaron a Nescútari, la situación era desesperante. Los muertos eran tan numerosos, que Florence organizó un servicio de desinfección, mejoró la alimentación, exigió aún más asistencia constante, y la mortandad bajo a un 20 por ciento menos, la confianza renació, así fue que además de llamarla “la dama de la lámpara,” la llamaban, “el ángel de la piedad.”
La misma reina Victoria le envió una carta autógrafa, en la que le agradecía su trabajo y desvelos.
De regreso a su Patria estaba enferma y necesitaba reposo. Se refugió en la casa de sus padres. El pueblo agradecido hubiese deseado para ella las más altas distinciones pero Florence prefirió que todo la obtención fuera para una escuela de enfermería, que se instaló en el viejo Hospital Santo Tomás.
Florence Nightingale falleció en 1910, y su muerte fue lamentada en todo el mundo. Era digna de dormir su último sueño, en la abadía de Westminster, donde descansan los restos de los grandes servidores del reino, pero ella, prefirió estar cerca de sus padres en un pequeño cementerio de campaña, como humilde servidora de los desdichados.
Gran benefactora de la humanidad, llamada cariñosamente “la dama de la lámpara,” salvó a miles de soldados heridos, y llevó la esperanza, y el consuelo, a la desolada tristeza de los hospitales.
El apellido de la fundadora del cuerpo de enfermeras inglesas, Nightingale (ruiseñor), está lleno de poesía, porque es el nombre de la avecilla cuya voz embelesa las dulces noches estivales. Su nombre… Florence, como la célebre Ciudad Italiana en donde nació.
Florence tuvo la suerte de tener un padre partidario de la emancipación femenina, que colaboró con el deseo de ella de socorrer al prójimo, ella siempre fue una niña mimada y consentida, jovial y feliz… pensaba siempre en socorrer a los desamparados y enfermos. Solía jugar con sus muñecas y hacia como que las curaba, tenía así la certeza de que le devolvería la salud, sin embargo pasó mucho tiempo hasta que pudiera realizar su sueño.
Realizó extensos viajes con sus padres, y hermana, y mientras ellos concurrían a fiestas mundanas… ella visitaba a escondidas los establecimientos sanitarios, como, por ejemplo el Gran Hospital de San Vicente de Paúl, de Paris.
En Inglaterra no había orden religiosa, y las enfermeras ignoraban los elementales cuidados, muchas de ellas, eran mujeres alcohólicas y viciosas.
Florencia tenía en ese entonces tan solo veinticinco años, alta y muy bella. Era para la gente de su clase la perfección misma. Fue pues entonces un golpe terrible para los salones de Londres, cuando anunció que dejaba todo, para irse a cuidar gente extraña.
Confundida entre una treintena de jóvenes alemanas, conoció el valor de la disciplina y llegó a compenetrarse con su sagrada misión.
Cuando volvió a Inglaterra, estaba completamente cambiada, dueña de sí misma, dispuesta firmemente a ser útil a los demás.
En 1845 estalla la guerra de Crimea, comenzaron a llegar soldados heridos y necesitados de cuidados extremos. El ministro de guerra, no titubeó en confiarle la enorme responsabilidad, de organizar una expedición sanitaria con destino a Escútari (Albania) donde funcionaba un hospital de sangre.
La opinión pública, vio con desconfianza que una mujer dirigiera un servicio asistencial. Cuando llegaron a Nescútari, la situación era desesperante. Los muertos eran tan numerosos, que Florence organizó un servicio de desinfección, mejoró la alimentación, exigió aún más asistencia constante, y la mortandad bajo a un 20 por ciento menos, la confianza renació, así fue que además de llamarla “la dama de la lámpara,” la llamaban, “el ángel de la piedad.”
La misma reina Victoria le envió una carta autógrafa, en la que le agradecía su trabajo y desvelos.
De regreso a su Patria estaba enferma y necesitaba reposo. Se refugió en la casa de sus padres. El pueblo agradecido hubiese deseado para ella las más altas distinciones pero Florence prefirió que todo la obtención fuera para una escuela de enfermería, que se instaló en el viejo Hospital Santo Tomás.
Florence Nightingale falleció en 1910, y su muerte fue lamentada en todo el mundo. Era digna de dormir su último sueño, en la abadía de Westminster, donde descansan los restos de los grandes servidores del reino, pero ella, prefirió estar cerca de sus padres en un pequeño cementerio de campaña, como humilde servidora de los desdichados.
Como soy enfermera sé de la vida de esta mujer muchismo, gracias por compartir...
ResponderEliminarSaludos!
querida, muchas gracias por compartirnos esta interesante reseña.
ResponderEliminarbesos
Bonito homenaje para una gran mujer.
ResponderEliminarQue ejemplo para todos.
Besos.
Florence es una de esas personas cuyo recuerdo perdura en el tiempo. ¡Qué gran mujer! Cuanta valentía y decisión. Gracias por hablarnos de ella.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Ma.del Rosario;
ResponderEliminarMe dejaste una huellita que seguí. Ahora, me quedo a caminar contigo, tus letras. Muchas gracias! Por esta lindisima biografía, que desconocía.
Un abrazo.
Cristina
Una vida ejemplar.
ResponderEliminarPor algo se la recuerda tanto.
que mujer.
un abrazo.
Gracias!
ResponderEliminarRealmente es un precioso homenaje.
Una gran mujer.
Su vida al servicio de los que sufren.
Un beso!
Muy buena historia.
ResponderEliminarGracias, no la conocía. Es importante que la hayas traido desde tus letras a nosotros.
Una mujer que es un ejemplo.
Un saludo.
mariarosa
Desdichado soy, ergo, será mi insignia.
ResponderEliminarUna mujer excepcional, sin duda.
ResponderEliminarQue florezcan muchas Florences, que falta hace en estos tiempos escasos de ruiseñores...
Besos
Muy interesante la historia ejemplar de esta mujer. Abrazos
ResponderEliminar¿Te has fijado que estas cosas casi nunca se estudian en los colegios? ¿Qué pretendemos enseñar a nuestros hijos? Para mí, conocer la vida de esta mujer, adelantada a su tiempo, es aprender valores y humanidad.
ResponderEliminarHe llegado aquí casi de casualidad. Me gusta tu blog. Te sigo, un saludo!
Una gran persona digna de ser imitada por su valentía y humildad.
ResponderEliminarQue su ejemplo sea una luz para nosotras.
Un fuerte abrazo amiga.
Primero quiero decirte que tienen un lindo blog, un lugar maravilloso con tantos matices...
ResponderEliminarEsta reseña de esta gran mujer es maravillosa... particularmente no la habia escuchado y te agradezco que la hayas dado a conocer a traves de tus letras...
En cuanto a tu visita a mi blog, te la agradezco mucho, me he tomado un tiempo en devolverte la visita por algunos inconvenientes pero aqui me tenes... para visitarte...
Desde hoy me tendras a menudo por tus letras...
Te dejo un abrazo y mi deseo de un bello fin de semana que esta cerca...
JALE
Por suerte personas como ella aún existen ahora y siempre.
ResponderEliminarExcelente artículo el que has colgado.
Recibe muchos saludos berlineses.
Todo un ejemplo de vida que inspira a realizar lo que uno siente para si..
ResponderEliminarUn agrado estar nuevamente por aqui amiga, me alegro mucho y pronto estare leyendo tu poesia..
un beso
Oscar
"Servidora de los desdichados", un claro nombre para esta noble mujer que se entrego a su causa en bien de los necesitads, es bueno saber que existen en este mundo personas tan lindas como ella, la dama de la lampara
ResponderEliminarUn lindo homenaje, bien contado.
ResponderEliminarHacen falta tantas damas como ella...
Besos
Un ejemplo de grandeza y humanidad, el de esta mujer, Florence, que en la misma vocación de servicio de Pedro mendizábal, de Facundo Cabral, pudo decir:
ResponderEliminarEn el final de mis días
tengo las cuentas muy claras
pa vosostros hice todo
pero pa mi no hice nada.
Un barzo enorme. Carlos
Gracias por compartir la historia, la verdad no la conocía.
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