En la posada un ruido sonoro, tú escapabas, así a donde tu huida se llevo la lluvia y las hojas del tiempo. Que líneas, que horizontes frecuentas, examino mi corazón, allí no te encuentras, el ritmo se acelera, va quemando en oleadas frías. Un callejón infinito sin entradas ni salidas, como un carrusel oscuro, desmembrado, tintinea un recuerdo lejano húmedo y pertinaz. La rueda cruje en su lenguaje, el herrero se olvido del camino, del sonido, de el último tramo tangible, que languidece con tu partida. Más allá…tu ingenio revivirá recordaras lo más importante, te asombraras de ello, te revelaras de tus actos, traspiés, te insinuaras. Entre las aguas mecidas por el viento, regresaras a la realidad, y te mostrara su ficha Jugaras a esa señal infalible de superación.