Un camino
perdido entre juncos y caimanes, un sendero claro y bello que representaba tu
lugar en el mundo.
Cuando llegue
desde mi casa a compartir contigo ese lugar, ni soñaba llegar sin calzado, casi
desnuda arrastrándome, muerta de hambre totalmente deshidratada, y con un olor
a chivo insoportable. Te vi en el relleno de tu choza con el torso desnudo,
totalmente dorado por el sol, pude fijar mis ojos en los tuyos, ver tu iris
crecer de deseo. Sin saber como actuar, casi arrastrándome como una víbora
clame por ti nombrándote.
Al escucharme
viniste a mi encuentro zalamero, iracundo, me tomaste de la mano y fuiste elevándome
como una bolsa de juncos secos y degradados, mi aliento flotaba en el viento
casi no se podía respirar, me dijiste al oído. Amor todo lo soluciona el mar, y
me arrastraste de los cabellos así a la playa, donde me tiraste a la arena. Con
tu pie derecho me comenzaste a hacer rodar hasta llegar al agua, pude sentir el
frio… fue como un choque, mi piel ardía,
todo mi cuerpo era un solo lamento, pero no te di la oportunidad de saberlo. Seguí
como si fuera la mujer mas feliz rodando y rodando en el mar cada vez mas lejos
de tus manos, cobardemente te diste cuenta de tu error, comenzaste a correr detrás
de mi, ola tras ola fuimos acercándonos, una plegaria escuche de tus labios de
hiel, estabas muy asustado la jodita te había salido muy mal, y no sabias como
hacer para alcanzarme. lentamente el mar me fue tragando hasta que fuiste un
puntito en el horizonte.
Julián;
te había advertido, no bebas tanto tequila que este sueño que me terminas de
contar es tu realidad, desde aquí puedo observar tu rostro pálido y confundido,
la bebida no es buena compañía siempre nos termina traicionando.



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