
La bella paseaba por un estrecho pasillo colmado de hermosas flores, adornados de cintas de colores, había recibido una invitación para acudir al baile de la coronación de la niña más hermosa, mientras camina llena de alegría sintió que un aguijón le penetro la piel de su brazo izquierdo, fue un pequeño dolor punzante que olvido inmediatamente al ver tantas niñas y niños corriendo por el prado.
La bella, luego de pasar el pasillo encantado, y recibir el pequeño pinchazo en su brazo dejo de ver y sentir todo lo anterior, dejo de ser niña su cuerpo se convierto en un junco esbelto y fuerte, su mente creo fantasías y sueños, por primera vez miro a los hombres con ojos desafiantes, todo su cuerpo se lleno de luz y de nuevas sensaciones.
Entre los jóvenes que ella divisaba estaba el más grande, el más bello y fuerte, ella se sintió embrujada, no veía más allá de lo que su corazón le palpitaba, y este sonaba con fuerza marcándole su único destino, su corazón se estaba enamorando, cuando el supuesto joven volteo ella gimió enloquecida de placer, sintió, y percibió por primera vez el deseo junto al latido, también vio al amor, tras otro latido más profundo vio al gigante llegar a su lado con su andar manso y su energía.
Ambos, mudaron de piel al momento mismo de encontrase cara a cara, fue una gran llamarada que enmudeció al resto, cegó los corazones de los dos, y solo vieron sus ojos brillar con el ardor tan genuino que solo el amor nos hace sentir, y allí mismo la bella y la bestia se unieron para contarle al mundo la verdad del amor.
La bella dulcinea encontró a un ser muy especial, y con orgullo recorrió el mundo mostrando su felicidad, ambos se sentían perfectos, incomparables, y en realidad lo eran, si los demás veían con los ojos de los enamorados, que bueno es saber y sentirse captados por la atención de los astros, bella veía como el sol los acompañaba donde quiera que los dos descansaban, caminaban a la orilla del mar, entre olas adormecidas de placer en la contemplación de tan inusual pareja.
La arena presumía a sus visitantes, haciendo lo posible para que al avanzar sobre ella, sintieran como si lo hicieran sobre pétalos de rosas, el mar ondulante se quedaba quieto para verlos danzar sobres sus aguas, ni que hablar de los seres que pueblan sus aguas, saltarines y sonrientes, llenos de colores, con ojos chispeantes, grandes y pequeños cantaban su canción de sueños, el firmamento reluciente dejaba pasar a todas las fuerzas interplanetarias y naturales, para agasajar a la bella y la bestia.
Todo fue una sinfonía de cielo, mar y tierra ellos tenían un mundo solo para los dos, pero... cuando el amor es tan grande y puro, siempre existe la envidia, esa fuerza poderosa que todo destruye a su paso, el sentimiento más ruin, el mismo que obnubila cegado por su maldad que puede hacer de ellos marionetas de las burlas, y desgracias, así ocurrió, de la noche a la mañana todo se convirtió en un mundo al revés, el cielo cayó en una profunda depresión , y la lluvia no paraba de caer, todo se inundo, el mar embravecido soltó su látigo de sal y arena castigando sin piedad, múltiples olas bañadas de sangre y fuego recorrieron toda la costa dejando desolación y muerte, los astros se apagaron en silencio, el mundo se aquieto solo el fuego y los demás elementos dejaban oír su lamento.
Después de la tormenta llega la paz- es lo que todo dicen, y para la bella no solo fue así, creció en ella un mundo interior lleno de promesas supo discernir y cambiar sus pensamientos, el mundo es cruel cuando quiere, y estaba siendo maltratada sin razón, el también sintió el temblor, decayó su espíritu y su fuerza, ambos buscaron la manera de salir de ese atolladero inflexible que les tocaba vivir, decidieron crear un nuevo amanecer en sus corazones y dejaron el bullicio, para ir al corazón de la selva, donde se sintieran a gusto, sin verse perseguidos por sus iguales.
El tenia la dulzura a flor de piel, sabiéndose un hombre feo y demasiado grande, casi un gigante, nunca perdió su fe, nunca dejo de amar y ser amado, ella lo engrandecía con su espíritu y su nobleza, ambos portaban la vaina saludable de la esperanza… único camino valido para seguir en la senda, ella fue un bálsamo que lleno de amor al hombre que realmente amaba, ella fue, y es valiente aún en los momentos más tristes.
La vida les regalo un mundo mágico porque ellos se lo merecían, así fue que llenaron páginas con sus aventuras, se contaron diferentes relatos de sus vidas, fueron sepultados y revividos tantas veces, que el mundo ya desconoce la verdadera historia de estos magníficos seres, que hicieron posible juntar sus diferencias para ser uno solo.
Todo un acto de amor y de grandeza que hoy recorre el mundo, quien no quisiera ser un segundo, parte de esta historia tan hermosa, no hay quien no lo desearía- ni siquiera uno, yo misma me pongo en evidencia... que maravilloso es poder dar todo aquello que haga posible la felicidad, sería maravilloso comprender que al mundo vinimos por amor, y que sin el nada somos, la bella y la bestia surco cielos y mares, atravesó corazones y en todo dejo su huella imborrable, inalterable de amor, si pudiéramos caminar esa senda, el mundo sería mucho más bello y sano, nunca olvidemos que somos espíritu más que carne, alma más que sangre, lo que perdura es la inmortalidad, la esencia del espíritu que une este mundo con la magia de lo desconocido, ellos lograron ser dos polos opuesto, pero unidos en un mismo grito de amor se posicionaron de la razón de vivir.