Aquella tarde primaveral te vi llegar con tu atuendo de hombre pasional, de mirarte, me enamore de tu andar, tu figura robusta, tu caminar, nadie imagina cuánto deseo despertó, tú presencia, tu estilo, tu estampa de hombre sensual. Sin razón, sin objeción, en tus brazos caí, en tu regazo como una flor me deshoje, en esos ojos negros me vi desfallecer, en tu piel canela, ardiente me cobije. La pasión desbordó liberada, y fuimos ambos fósforos en la rivera de la música. El amor junto al deseo despertó, por un sendero apasionado nos llevo. A la hora de la luna se presentó el descontrol, y entre las hojas de su luz, pintamos su belleza de ardiente fuego, naciendo en poesía... A-M-R
Duros versos con un grito encerrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando el amor sólo es un juego...El corazón se siente como una pelota rota...Un poema sencillo, profundo y emotivo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, Rosario.
Pese al dolor decepcionante que se transmite, es un texto que considero intenso y rítmico, uno de los que más me han gustado hasta ahora de los tuyos; quizás porque es breve, pero directo y con un compás muy armónico.
ResponderEliminarUm jogos sem vencedores que traz dor para a alma e grande frustração
ResponderEliminarBeijinhos e sorrisos, Querida
Irse solo y sin alma es muy duro pero...así son algunos, se lo merecen y lo peor es que se lamentan como si tuvieran razón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dejaste tristeza en tu poema, catarsis de algún momento especial.
ResponderEliminarmariarosa