Camila; la enfermera del hospital siempre estaba tratando de ser servicial, no dejaba de hacer lo posible para que los enfermos tuvieran aquello que podría aliviar sus dolores.
Camila; tenía una marca en su rostro, se debía a lo mucho que fue castigada de pequeña, eso a ella no le importaba solo quería ser una buena enfermera.
Camila; siempre fue feliz, su madre desde niña le enseño a serlo, todos los días le compraba caramelos y chocolates eso parecía un regalo del cielo. “Para su madre”.
Camila; no sabía leer ni escribir, cuando salía a trabajar buscaba ayuda para que leyeran las indicaciones del médico que jamás veía.
Una noche de verano, cuando el sol estaba más fuerte, una flor blanca se estremeció, un capullo creció dentro de sus pétalos, la llamo “Camila”
Tantos momentos vivió ese niño, tantos juguetes, tanto amor le dio su madre, el jamás la conoció pero sabía que se llamaba “Camila”.
La vida se reparte nombres, repite la misma historia un millón de veces, hay flores, tiempo, amores, amigos, sueños, ilusiones, pasiones. Etc, etc.
La vida es un milagro que nadie comprende pero que todos quieren poseer. Hay tantas historias como la Camila enfermera, la Camila que quería ayudar y no sabía leer y tampoco conocía al médico. La Camila mimada por su mamá con chocolates y caramelos pero sin conocerla.
La Camila capullo que hiso feliz a la flor naciendo dentro de su matriz de pétalos. La vida es una caja de sorpresas. Cuantas personas en el mundo poseen ese nombre, se puede advertir que muchas personas, y se repiten en la vida, en el nombre, en su existencia.




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