MAR
Un murmullo infinito serpenteando las olas sediento se desliza siguiendo los vaivenes del ave que se pierde en las nubes celestes. Como pintura virgen recorre sus colinas en ese azul profundo. El mar se agita sereno bordando así la costa de purísima sal marina. Una brisa fresca corre fusionando sus secretos de arena, de sal y yodo. Se desplazan sus peces sus colores y el pájaro, más que gaviota regresa a surcar sus olas, su mar. MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI