MIRÁNDOTE
Mirándote en la caricatura de tus ojos se leen los mensajes rosa de tu adolescencia, se estudia en la perlada lámina tu sombra, que al deslizarse de su carril se estremece como un papel atrapado en el fuego de óleo. Colores y más colores yacen inmóviles, forjando las pisadas desenfrenadas y rotas que al escribir sin precisión quedarán fuera del brocado que cubre tu cabellera de bronce. El ocaso me dejó… sin el verde de tus ojos, sin la tersura de la piel entibiada de uvas, sin el sabor de tus labios rojos entreabiertos muriéndose al final en la catedral de tu alma.