Estamos embriagados, palpitantes saciándonos de pasión, alocadas nuestras bocas se deslizan sobre la tibia piel que enardece. Somos dos locos de amor, y solos, que en silencio surcamos mares y ríos recostados en las costillas del amanecer que ardiente fluctúa, en cada gota de miel que desliza su luz. Soñamos como dos adolescentes, estamos flotando, anhelantes, en la tibieza refrescante que nos une, en el jardín dorado de la ilusión, florecemos creando y buscando más. Más del amor, más del sol, más de la luz... que se propague como el viento, que se divida en el aliento la pasión y el amor... en toda la especie humana, somos dos copias que se distribuyen. En medio del loco devenir de la vida, en medio de tantas almas sin nombre, sin esperanzas, sin fe, si lo más mínimo. El amor que une al ser debe existir y no morir en cada anochecer de dolor.