DESPUÉS
Aquel adiós fue el fin más desgarrador de nuestras vidas, no sabría explicar porque lastimó tanto ese surco que abrieron nuestras lágrimas, triturando el silencio, perforando el corazón que aún latiendo se apagó, languideciendo entre besos y caricias. Fuimos aquellos jovenzuelos apasionados, llenos de esperanza, de vida, de ilusiones. Hoy vencidos como aquel árbol que nos cobijo en los mejores tiempos de sueños y amor, estamos en la senda transitada, la misma que nos anuncio el fin, evaporando todo, disfrazando el destino de espinas en la piel profundamente, invadiendo tu cuerpo y el mío. Solo sombras acampan en los recuerdos, naufragando sin un perfil definido de aquel ayer aguerrido.