MARGARITA ROCÍO
Saliendo de la oscuridad cruzo la calle gris para encontrarse con un nuevo amanecer claro, radiante, no sabía lo que le esperaba más allá de sus pensamientos, solo ansiaba huir del tormento, del sueño que se desprendió de su alma para ser viento, para ser luna, cuantas noches de espera, cuantos días de llantos, pero ya, dislocada su esencia no pudo seguir fingiendo, el tiempo le arrastro sus esperanzas y con ellas su ultima luz. Margarita fue el junco, la pastora, frente a las tranquilas aguas de su manantial azul, ella, rociaba de pétalos cada día el camino a recorrer, tenía un corazón grande y puro, caminaba siempre descalza, sus pies de garza y princesa le permitían ese contacto con la naturaleza . Ella era hija de la tierra, su sangre primitiva corría por sus venas sacudiéndola en recuerdos imborrables de sus ancestros, las flores de esa bella laguna cuidadas esmeradamente, con las manos de seda y de soles, fue siempre algo mágico, para los que tuvieron el privilegio de verla, sus