Un vaso, un frasco,
allí vivía el licor
de color ámbar
lleno de nostalgias,
de fragmentos de operas,
de silencios.
Allí existía el licor oscuro
donde la niña
sus rimas escribía.
Sustancia de agua
y noches de lunas,
allí el poeta
podía hacer que sus letras
llegaran
sembrando el surco
de finos filamentos.
¡Que ironía,
el brebaje oscuro no alcanzaba,
el papel gastado se borraba!.
La niña frustrada
buscaba en el vaso la poesía
pero no existía,
la tinta invisible
desoía olvidando
en su letargo su valía.
ALESSANDRINI MARÍA DEL ROSARIO


