Ella desea sus labios como al alcohol
Desea su cuerpo entre flores azules.
Ella lo creó de su última imaginación
Y fue imposible dejar de amarlo ahora.
Ella se despide de sus amapolas rosadas
De sus grises dormidos en las mañanas
Del celeste que la cubre en la madrugada.
Se viste de sombra casi blanca nube.
Él se disipa en sus esperanzas, y no lucha
Sabe de sus pecados ocultos, y no lucha.
Quiere caminar entre juncos secos de soles
Borrar su nombre del mismo modo su faz.
El no distingue sus nardos florecidos
Porque ella le quitó el deseo de hacerlo
No reconoce su alegría pasada, sólo se ve.
Se mira, y no se encuentra más en ella.
ALESSANDRINI MARIA DEL ROSARIO






