SIN RETORNO
Al percibir tú presencia, cerca del escurridizo río, lancé mi lazo tardío. Mi corazón palpitó cayéndose como ahogando el grito. Forzando la razón, silencié mi llanto. Mi piel se estremeció aquel atardecer de blanca espuma. Sumergida en mis tibios recuerdos me fui alejando de tu orilla; el bullicio de los nidos azotaba blandiendo el pió por doquier. No pude hacerme oído; la pendiente me arrastró con fuerza al fondo mismo en donde habita la esperanza dormida. Espejismos de tiempos que no cristalizan; hay música en mi espacio interior, suena como un himno olvidado en la humedad de aquel lugar desconocido pero abierto para que no pueda olvidar nunca lo que fue. Se desplaza iracunda la conciencia, tímida, y tu sombra cabalgando siempre mi orilla. Pero un día llegará, que dejaré de ser para nacer en otra espera, un amanecer de rojas esperanzas; llegaré al fortín sin más luchas, sin mi guante ni mi pincel, solo serán unos pasos contados para no equivocarme. Ese día será único, sin recuerdos,