VUELO NOCTURNO
En un vuelo nocturno un espejo nos mira, un silencio fecundo son los sueños perdidos. En medio de la noche como un volcán herido, se partió aquel silencio entre brumas de fuego con hastíos de tiempos. Un perro vagabundo que nos muerde rabioso, destronando la luna que amorosa ilumina penumbras insensibles. El tiempo que nos grita con nombre y apellido, un haber que nos queda, un beso que perfuma. Un estar en el centro de aquel rescate bravío, moribundos y débiles nos contempla algunos. Y se marcha la espera, llega la cruel despedida momentos de recuerdos, que se cambian de acera. Quizás nunca sabremos lo que amarnos pudimos, quizás la luna ardiendo en la piel y en el alma, nos contemple en la hoguera. Alessandrini María del Rosario