La noche mas larga de medianoche

La bruma densa sobre las piedras cuenta un viento fresco. el viento sopla dibujando las aguas al amanecer. tu rostro dulce me guía por las nubes en días grises.

Sigo palpitando tú boca de fuego,ya han pasado soles y lunas, he recorrido extraños lugares y tu llama de fuego carboniza mi olvido, haciéndome sentir que aún vives en mi vida. El viento pasa lastimero, ululando estalla en mis oídos tu voz, Y  tu cuerpo musical y ardiente. Te dibujo en mis ojos, quisiera escribirte en mi campiña donde el sol acuna mis días, pero tu amor ya no me percibe, se fue con la brisa, se fue con el ayer. El presente no existe en tu memoria ya me olvidaste, pero yo sigo en tu raíz, donde acurrucada persigo tu nombre y acuno una criatura que no olvidare.

Espero  desde este lado del amor adquirir otro milagro, reconciliarme con mi corazón y mis límites. Hacer un presente de ternura al amanecer deslumbrante, ondulante, y danzar en el verbo de tu soledad y madurez.

Emerge el murmullo arrullador y desprendido, a contrapelo del silencio se acomoda dueño y señor de la noche. El ruido es una canción desconocida, la energía se presenta solícita colabora con suspiros prodigiosos de la selva, araña la mediocridad y se funde devorada por la horda frenética que fluye. incapaz el silencio no se hace escuchar, y huye despavorido hundiéndose en la oscura noche donde incierto espera su tiempo.

Solo la envoltura se fija nadie sabe nada, da igual el atuendo así durara el misterio de tu cuerpo, aunque la puerta cerrada se deteriore de vergüenza, estarás allí dentro de tus plumas y tú silencio, abanicado de sombras interiores que huyen de mi cuerpo.

Se escucha el grito redondo como una perla oscura, radiante. Se descubre fría, brillante desnuda la refleja el agua clara. Las salinas buscan destruirla reuniendo  ostras  hambrientas de mudas especies en su lecho helado. Con caracolas y estrellas que dibujan arenas doradas  y peces plateados es un surco habitado de algas donde anida  el   núcleo de la vida En su línea suave se mece la existencia más hermosa vestida de azul y de blanca espuma.

Ella desliza su risa por la escalera azul de la coparía. Llegó un día aterida de frio, desmayada de odio, radiante de dolor. El hambre, la miseria que la vida le creó, un mundo reñido entre hampones, vampiros, comediantes y vivos. Su risa perfecta como su aliento a jazmín, su silueta de loca, su mirada impostada. Se mezcla en el ambiente musical el clamor de unos pocos el sabor del alcohol, para hundirse en el reflejo que golpeó su corazón.